Sofia Sagues

Mindfulness: Mente plena

Mindfulness: Qué es 

Muy buenas tardes a todos. Hemos estado un poco inactivos últimamente por el blog, pero se acabó la pausa. A partir de ahora, cada semana tendréis un nuevo artículo para que sigáis descubriendo cosas acerca de la psicología. En esta entrada podréis conocer más acerca de qué es el mindfulness, esa palabra que se ha puesto tan de moda últimamente. Espero que la disfrutéis y  que paséis una semana estupenda.

Mindfulness: El arte de disfrutar el presente
 
El término mindfulness está muy de moda últimamente, pero ¿qué es exactamente? Mindfulness es ser consciente o prestar atención al momento presente, de forma deliberada y sin juzgar la experiencia. La traducción más correcta del término sería “Atención plena”. Consiste en estar en el aquí y en el ahora disfrutando de la experiencia, observando cada detalle pero sin hacer juicio alguno.
 
El concepto fue introducido en 1979 por Jon Kabat-Zinn, científico que dejó atrás su carrera para fundar una clínica de reducción del estrés mediante la atención plena en Massachusetts. En su clínica empezó a trabajar con sus pacientes utilizando meditación y enseñándoles a estar presentes en cada momento. Gracias a eso descubrió que los problemas de estrés se reducían. Esta técnica está muy ligada a prácticas como yoga, zen y meditación. Actualmente el mindfulness se utiliza no solo para trabajar el estrés sino que existe toda una corriente psicológica basada en la reducción del malestar psicológico mediante la atención plena (Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness). Algunos de los usos del mindfulness son: ansiedad, estrés, traumas, dolor crónico, trastornos de alimentación, burnout…entre otros. 
 
 
Reconectando con las cosas sencillas del día a día y prestando atención con todos los sentidos a lo que hacemos, es posible redescubrir una sensación de paz y disfrute. La vida es mucho más sencilla de lo que a veces creemos. Hemos aprendido desde pequeños a ir en “piloto automático” y eso nos perjudica mucho. Cada vez que haces una actividad sin prestar atención, estar desperdiciando una oportunidad de aprender cosas nuevas o de captar algo nuevo a tu alrededor. 
Practicando la atención plena, puedes descubrir que no necesitas mucho para ser feliz. Lo que realmente nos hace felices es ser capaces de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Cada día es un regalo y merece la pena disfrutar cada momento en lugar de ver la vida pasar. Aumentando la capacidad de atención, también se desarrolla la gratitud. Cuando somos capaces de focalizarnos en lo bueno, nos volvemos más agradecidos con la vida y los demás. Esto nos permite colaborar con los demás buscando la ganancia para todas las partes.
 
El mindfulness nos reconecta además con el niño o la niña que éramos de pequeños. ¿Qué hacen los niños pequeños? Los niños juegan, se ríen, disfrutan cada momento, se divierten, no se preocupan por el mañana, no piensan en el ayer…Cuando crecemos, dejamos atrás todas esas cualidades de los niños. Es cierto que como adultos tenemos más responsabilidades. Tenemos que pensar en si vamos a llegar a fin de mes o a qué colegio vamos a mandar a nuestro hijos, o a qué queremos dedicarnos…pero tanto pensar en el futuro, nos aleja de disfrutar del presente. El mindfulness no te hace ser menos responsable ni menos consecuente, sino que te enseña a que puedes pensar a largo plazo pero sin arruinar tu día a día con agobios. 
Los niños son capaces de disfrutar más porque no está juzgándose a sí mismos a cada momento ni juzgan a los demás. Los adultos a veces somos demasiado exigentes con nosotros mismos y nos olvidamos de que como humanos vamos a cometer errores y no vamos a ser perfectos. 
 
Piedras, Rock, Equilibrio
 
Los beneficios más notables de la práctica de esta técnica son:
–          Aumento de la sensación de calma y relajación
–          Aumento de la energía y el entusiasmo por la vida
–          Mejora de la auto-confianza y la aceptación a uno mismo
–          Reducción del riesgo de padecer estrés, depresión, ansiedad o dolor crónico
–          Mayor compasión por uno mismo y por los demás
 
La práctica del mindfulness es algo sencillo, que puedes incorporar a tu día a día sin mucho esfuerzo. Si crees que esta técnica podría ayudarte a ser más feliz, no dudes en ponerte en contacto para prácticas más detalladas. 

Trastornos de la Conducta Alimentaria

Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA)

Después de un descanso por vacaciones, retomamos los post para que sigáis aprendiendo sobre los distintos trastornos psicológicos que existen. En este caso vamos a hablar de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). 

A día de hoy, el Manual Diagnóstico que usan los psicólogos hace referencia a varios trastornos de la alimentación, pero los dos grandes bloques (y los más conocidos a nivel popular) son la anorexia y la bulimia. Ambos trastornos están muy relacionados con problemas de autoestima. En esta entrada voy a hablar solo de estos dos grupos, pero incluyo una referencia de un artículo por si estáis interesados en ampliar información sobre los otros trastornos. 

La anorexia nerviosa se caracteriza por un rechazo por mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo (teniendo en cuenta la edad y la altura). Las personas con este trastorno tienen un miedo horrible a engordar y a volverse obesos. Se da también una alteración de la percepción del peso y de su propio cuerpo. Lo que para una persona sana sería normal o delgado, para las personas anoréxicas es “gordo”. Algunas de estas personas son conscientes de que no es saludable lo delgadas que están, pero aún así, su miedo a subir de peso es mayor que su preocupación por su salud. 



Dentro de la anorexia nerviosa existen dos tipos: restrictivo y compulsivo/purgativo. El tipo restrictivo se caracteriza por la falta de ingesta de alimentos Normalmente se asocian los atracones y los vómitos con la bulimia, pero estos también pueden darse en personas con anorexia. El tipo compulsivo/purgativo se caracteriza justamente por eso. Las personas anoréxicas también pueden darse atracones. Después de esos episodios, les invade la culpa por lo que recurren a vómitos, al uso de laxantes o diuréticos o hacen ejercicio de forma compulsiva para no engordar. 

Estas personas viven dominadas por la comida. Es irónico porque comen muy poco, pero aún así, la mayor parte del tiempo lo pasan pensando en comida. Aunque a día de hoy el porcentaje de mujeres con anorexia es mayor, cada vez es más común encontrar hombres con este trastorno. 

Esta enfermedad puede poner en riesgo la salud de los que la padecen. Debido a la escasa cantidad de alimentos que ingieren, pueden llegar a tener problemas graves de salud como problemas cardiacos, amenorrea (desaparición del periodo), pérdida de masa muscular (puede llegar a frenar el crecimiento), problemas intestinales, pérdida del cabello, etc. En los casos más extremos, puede incluso provocar la muerte. 


Es un trastorno bastante grave y que precisa tratamiento. Cuando el peso es excesivamente bajo y el paciente se niega a comer, es necesario el ingreso hospitalario para impedir consecuencias físicas graves. Se puede tardar de 6 meses a un año hasta que nos damos cuenta de que una persona sufre este problema. Cuando alguien empieza a bajar de peso, al principio puede parecer algo normal. ¿Quién no ha estado a dieta alguna vez? El problema es cuando esa pérdida de peso se convierte en obsesión y se llega a extremos no saludables. Por lo general, las personas anoréxicas son muy perfeccionistas. Tienen un sentido del deber muy marcado y son muy disciplinadas. Esto hace que quieran alcanzar la perfección en todo. 

A corto plazo, la pérdida de peso puede suponer un gran bienestar, pero a largo plazo, el sufrimiento es muy grande. A la larga se acaban sintiendo vacías y solas. Para no tener que comer en público cuentan mentiras como que no se encuentran bien o que han comida antes de ir. Esa red de mentiras que van generando, las aleja cada vez más de sus amigos y familiares. Aparentemente pueden parecer personas felices, pero por dentro se encuentra un gran malestar. 


La bulimia nerviosa es el segundo trastorno de la conducta alimentaria más común. Este se caracteriza por la presencia de atracones de forma recurrente. El denominador común de estas personas es la pérdida de control de la ingesta de comida, y no la obsesión por el bajo peso, como en las anoréxicas. La mayoría de las personas con bulimia tienen un peso normal o incluso por encima de lo saludable. Los atracones se suelen dar mínimo dos veces por semana y se caracterizan por la sensación de pérdida de control por parte de la persona. Una vez que empiezan a comer, no son capaces de parar. Una vez que se ha producido el atracón, pueden recurrir a vómitos, uso de laxantes, diuréticos y otros fármacos (tipo purgativo). En los casos donde no se recurre a purgas (tipo no purgativo), recurren al ayuno o hacen ejercicio para compensar..


La bulimia funciona como un círculo vicioso: Por lo general, la persona no se encuentra a gusto con su cuerpo, por lo que se pone a dieta estricta. Después de unos días comiendo poco, empieza el hambre y los deseos por comer. Como han estado varios días comiendo poco, se dan un atracón. Después del atracón aparecen sentimientos de culpa, lo que generalmente lleva al vómito o al uso de laxantes. En otros casos puede aparecer el ayuno. Todo esto produce sentimientos de vergüenza y vuelven a fijar su atención en el cuerpo, volviendo a ponerse a dieta restrictiva. 

A diferencia de las anoréxicas que tienen mucho autocontrol, las personas bulímicas son más impulsivas, por eso pasan de un extremo (dieta absoluta) al otro (atracones). Este trastorno suele aparecer en personas con trastorno límite de la personalidad. Lo que es común en ambos trastornos es que la comida controla la vida de estas personas. Coman mucho o poco, no paran de pensar en comida. 

Las consecuencias físicas en la bulimia son menos graves que en la anorexia y es menos probable que se llegue a la muerte, pero también pueden aparecer daños físicos si el uso de laxantes y los vómitos se da de forma frecuente. Las consecuencias más negativas se dan en el estómago, en la garganta y en el deterioro de los dientes. 


Es importante poder detectar el problema cuanto antes para que la persona afectada y la familia reciban la ayuda necesaria. Generalmente, en estos casos la terapia de familia resulta muy útil junto con terapia individual para el paciente. Si crees que alguien cercano a tí puede estar sufriendo alguno de estos problemas, ponte cuanto antes en contacto con un profesional. Son problemas severos y que si no se controlan a tiempo, pueden traer consecuencias muy negativas. 

A continuación os dejo un link con un relato de una chica que padeció anorexia y cuenta su experiencia. En el relato hace referencia a las páginas de internet “Pro Mía” y “Pro Ana”. Ana y Mía (anorexia y bulimia) es la forma que tienen de referirse a ellas la gente con estos problemas. Estas enfermedades ocupan tanto la vida de las personas que al final se convierten en su estilo de vida. En estas páginas (muchas de ellas han sido cerradas por el gobierno) las chicas cuentan sus experiencias y se dan ánimo unas a otras. Lo que no cuentan aquí es el sufrimiento que conlleva padecer esta enfermedad. Esto es algo muy serio y no se debe tomar a la ligera. En esta vida el físico no lo es todo. El otro día leí una frase que me pareció buenísima: “Serás todo lo guapa que quieras, pero dime…si el mundo fuera ciego ¿A cuánta gente impresionarías?” La belleza es algo efímero que acaba desapareciendo, procura que cuando se haya ido, lo que quede sea algo con lo que estés contento. 

http://elpais.com/diario/2008/09/21/eps/1221978407_850215.html


Existe también el trastorno sin especificar. En ese caso se daría una mezcla entre conductas propias de la anorexia y de la bulimia. No predominaría uno u otro sino que irían intercalándose. 


Por si alguien quiere ampliar el tema y conocer la situación actual de los criterios diagnósticos de todos los TCA: 

Behar, R. y Arancibia, M. (2014). DSM-V y los trastornos de la conducta alimentaria. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 52, 22-33

Trastornos de Personalidad (Grupo C)

Trastornos de Personalidad: Grupo C

Y llegamos al último grupo de los trastornos de personalidad, el grupo C. Este grupo está compuesto por el trastorno de personalidad por dependencia, por evitación y el obsesivo compulsivo. El trastorno obsesivo compulsivo de personalidad está explicado en un post anterior, donde se compara con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Para no aburrir a la gente, no voy a explicar este último, de nuevo.

Las personas de este grupo se caracterizan por ser más ansiosas o temerosas que la media. Cada trastorno tiene sus características particulares, pero tienen en común un alto nivel de ansiedad que forma parte de su día a día.

Trastorno por Dependencia: Estas personas tienen una necesidad constante de estar con alguien y de que se ocupen de ellos. Les cuesta mucho tomar decisiones por ellos mismos y necesitan saber siempre la opinión de los demás. Tienen mucho miedo al abandono y por ello, muchas veces, no dicen lo que piensan para evitar que los demás se enfaden con ellos. Son capaces de obedecer y hacer lo que los demás quieran para no tener que pasar por una situación de abandono. Dan la sensación de no ser capaces de llevar las riendas de su vida.  Dependen completamente del otro para satisfacer sus necesidades emocionales. Temen estar solos, por lo que es normal que estas personas salten de una relación sentimental a otra sin pasar por un periodo de adaptación a la soledad. Cuando se encuentran en una situación de soledad, experimentan ansiedad. Su miedo a la soledad viene marcado por su creencia de que no son autosuficientes.

Son personas con la autoestima muy baja. Consideran que no son valiosos y que no tienen la capacidad suficiente para enfrentarse a las dificultades de la vida. Al no confiar en ellos mismos, tienen problemas a la hora de tomar decisiones. No confían en su criterio, por lo que prefieren que los demás tomen las decisiones por ellos, sobre todo si son importantes. Tienden a ser muy pesimistas y se infravaloran constantemente. Su personalidad puede afectar a su trabajo ya que no se ven capaces de tener ningún tipo de responsabilidad. Experimentan elevados niveles de ansiedad si se les pide que dirijan un proyecto o tomen la iniciativa.

La infancia de estas personas ha estado teñida por una sobreprotección. Les hicieron creer que necesitaban siempre a alguien que se ocupara de ellos, generando así una sensación de que no serían capaces de valerse por sí mismos. Puesto que cuando eran pequeños recibían cariño, cuando se dejaban cuidar, en el fondo tienen temor a ser independientes. Tienen la idea irracional de que si son independientes y capaces de hacer las cosas por sí mismos, los demás les abandonarán. Han acabado adoptando el rol de “ser cuidado” y sus relaciones personales, su trabajo y la idea de sí mismos gira entorno a eso.

 

Trastorno por Evitación: Este trastorno se caracteriza por una inhibición social y una hipersensibilidad a las críticas negativas. Al igual que el trastorno anterior, estas personas también sufren ansiedad y tienen mucho temor. La diferencia con los anteriores es que éstos procuran no tener mucho contacto social por miedo a ser avergonzados o criticados. Ambos trastornos tienen como telón de  fondo un miedo al rechazo, pero se forma de afrontarlo es distinta. Los evitativos se aíslan y procuran no tener que hacer trabajos o actividades que requieran estar con más gente.

Es frecuente que, igual que los anteriores,  se vean a sí mismos como poco valiosos y crean que los demás piensan que no son interesantes o valedores de atención. Les da miedo mantener relaciones cercanas donde se tengan que exponer. Se sienten muy vulnerables en la intimidad y eso les lleva a evitar cualquier tipo de relación. Esto dificulta que tengan pareja, aunque si consiguen un ambiente donde se sientan protegidos, seguros y aceptados, pueden llegar a tener relaciones.

Por lo general son tímidos e intentan pasar inadvertidos. Debido a su miedo a la crítica, aceptan muy mal cualquier tipo de comentario no positivo. Son mucho más sensibles que otras personas y enseguida se pueden sentir ofendidos. Como es lógico, tienen pocos amigos. A primera vista pueden parecer personas extrañas a las que no les gusta socializar pero, la realidad es que no se ven capaces de hacerlo. Tienen deseos por relacionarse y tener amigos, pero su miedo al rechazo es mayor que sus deseos.

Algunas teorías sobre del origen de este trastorno afirman que, en su infancia, estos niños sufrieron rechazo y humillación por parte de sus padres. Tanto lo que hacían bien como lo que no les era criticado, llevándoles a creer que no eran capaces de hacer nada bien. Otras teorías creen que existe un factor biológico e incluso un factor genético. El factor ambiente, puede ser además importante: si los niños son criados por padres que a su vez son evitativos, se relacionarán con muy poca gente. Esa falta de relaciones en la infancia, puede ocasionar un déficit a la hora de relacionarse de adultos.

 
Como hemos visto, ambos trastornos se caracterizan por un gran temor y por la presencia de la ansiedad. En el trastorno obsesivo-compulsivo de personalidad no hay un temor al rechazo, pero sí son personas que sufren mucha ansiedad y que viven con un miedo constante a que las cosas no se hagan de la forma que ellos quieren. Es por eso que estos tres trastornos son considerados como ansiosos o temerosos. 

Trastornos de Personalidad (Grupo B)

Trastornos de Personalidad: Grupo B

En el último post vimos los tres trastornos de personalidad del grupo A (esquizoide, equizotípico y paranoide). En este vamos a ver los cuatro que forman el grupo B (narcisista, antisocial, límite e histriónico). Mi trabajo de fin de grado fue acerca de estos cuatro trastornos por lo que si alguien está interesado en ampliar información sobre el tema puede ponerse en contacto conmigo (saguesdm@gmail.com).

Los trastornos de este grupo se caracterizan por ser “inmaduros”, un poco dramáticos y muy emocionales. Al igual que los del grupo A, son egosintónicos por lo que normalmente no acuden a terapia por sí mismos sino porque sus familiares o amigos se lo piden. El origen de estos cuatro trastornos está muy relacionado con la psicología evolutiva. Cómo se relacionan los padres con los niños puede ser clave para que la persona desarrolle o no un trastorno de personalidad.



Trastorno Narcisita: Estas personas se caracterizan por un patrón de grandiosidad, una necesidad de admiración y una falta de empatía. Se creen especiales y únicos y consideran que solo pueden relacionarse con personas de alto status. Suelen ser bastante soberbios y arrogantes y exigen que se les trate de manera especial. En sus relaciones personales pueden ser bastante explotadores. Tienden a aprovecharse de los demás para conseguir lo que quieren. Dada su falta de empatía, no sienten escrúpulos a la hora de utilizar a los otros para lograr sus objetivos.

Las personas que llegan a desarrollar un trastorno como este, han crecido con el mensaje de que son especiales y que los demás tienen que tratarles en función a eso. Durante su infancia se les ha dado a entender que tienen derecho a todo lo que quieran. Al crecer con esos mensajes, se van desarrollando con la idea de que son mucho más valiosos y mejores que el resto del mundo. No es cuestión de que tengan una buena autoestima (muchos en el fondo son muy inseguros) sino que su presentación al mundo es que son mejores que los demás.

Este perfil de persona no aparece mucho en consulta, pero eso no significa que no haya muchos narcisistas por la calle. Es muy típico encontrar estos perfiles en cargos altos de las empresas ya que debido a su falta de empatía, son capaces de “pisotear” a quien haga falta para subir. Si no te implicas mucho con un narcisista, puede resultar una persona carismática y con cierta gracia, pero el trato personal con ellos es muy complicado. Pueden llegar a conseguir que las personas que están a su alrededor se sientan inferiores. Su forma de tratar a la gente no es nada cercana, humillan y desvalorizan al otro constantemente.


Trastorno antisocial: Este trastorno se define como un patrón de desprecio y violación de los derechos de los demás. Tienen muchas dificultades para adaptarse a las normas sociales y las leyes. Es común que cometan delitos que les lleven a estar en prisión. Desconfían mucho de la gente por lo que mienten constantemente acerca de su persona. Pueden ser muy agresivos y también carecen de empatía. Abusan de los demás y no se preocupan por nadie más que por ellos mismos. No tienen remordimientos después de actuar de forma deshonesta. Debido a su personalidad y su incapacidad para relacionarse con los demás de forma sana, no suelen mantener sus trabajos por mucho tiempo. Son impulsivos y no suelen meditar mucho antes de realizar una acción. No valoran las consecuencias que puedan tener sus actos.

El origen de este trastorno es una mezcla entre factores genéticos, biológicos y ambientales. Se ha demostrado que los hijos de padres antisociales tienen más probabilidades de desarrollar el trastorno. También hay factores biológicos que influyen como el mal desarrollo del lóbulo frontal o menores niveles de serotonina en el cuerpo. La influencia del ambiente es también determinante para desarrollar esta patología. Es muy común encontrar que las personas antisociales han crecido en un ambiente donde han recibido abuso tanto físico como sexual. Estos niños crecen con el mensaje de que “el fin justifica los medios”. Entienden que la violencia es una forma normal de solucionar los problemas y de relacionarse con los demás.

Las familias donde se han criado estas personas no suelen mostrar cariño o afecto. De niños tienen que aprender a valerse por sí mismos y a pensar solamente en ellos. Este trastorno es distinto a la psicopatía. Las personas antisociales pueden ser también psicópatas, pero no tienen por qué serlo. Al igual que no todos los psicópatas tienen que tener un trastorno antisocial. Son trastornos mentales que tienen bastantes factores en común, pero no es lo mismo.

El personaje Hannibal Lecter, protagonizado en las películas por Anthony Hopkins, muestra cómo puede ser una persona con este trastorno. Como suele pasar en el cine, este caso estaría llevado al extremo. No todas las personas antisociales muestran un deterioro tan grave como el de Hannibal.


Trastorno Límite: Se caracteriza por una gran inestabilidad en las relaciones personales, la autoimagen y las emociones. Son personas muy impulsivas y con mucho miedo al abandono. Tienen bastantes dificultades para manejar sus emociones y pueden pasar de un extremo a otro muy rápidamente. Viven las relaciones personales con más intensidad de lo normal. Por ejemplo, pueden considerar “mejor amigo” a una persona que conocen desde hace dos semanas pero si esta persona hace algo que les ofenda, pueden odiarla profundamente y no volver a hablarla.

Su impulsividad les puede llevar a practicar conductas de riesgo como consumo excesivo de alcohol, conductas sexuales de riesgo, consumo de drogas, conducción temeraria, etc. También es común que presenten intentos de suicidio o que se autolesionen. Tienen un sentimiento crónico de vacío que intentan llenar por medio de conductas que les hagan sentir algo (como las lesiones. Rajándose los brazos pueden aliviar esa sensación de vacío porque ven que sí son capaces de sentir algo). Suelen tener arrebatos de ira y enfado descontrolado. Estas explosiones emocionales pueden estar causadas por miedo al abandono (ya sea real o imaginario).

Las personas que desarrollan este trastorno provienen de hogares donde no se daba mucho afecto y donde había una gran inestabilidad a la hora de recibir atención paterna. Los cuidadores de estas personas suelen ser muy inconsistentes. Pueden pasar de ser sobreportectores o no estar nada presentes. Esa inestabilidad provoca que los niños no aprendan a regular sus emociones y que crezcan con un miedo constante a que el cuidador desaparezca de nuevo.La mala regulación emocional lleva a las malas relaciones sociales. Puesto que estas personas no son capaces de regularse por sí mismas a nivel emocional, dependen continuamente de los demás, pero a su vez temen ser abandonados, lo que hace que las relaciones sociales que tienen sean muy difíciles de mantener. Es también normal encontrar historias de abuso sexual en estas personas.

Mientras que el trastorno narcisista es más común que se de en hombres, el límite es más frecuente en mujeres. De los trastornos de personalidad éste es el que más prevalencia tiene.


Trastorno Histriónico: Las personas histriónicas son muy emotivas y buscan llamar la atención de forma excesiva. No están cómodas en las situaciones donde no son el centro de atención. Usan su aspecto físico para llamar la atención y es normal que intenten seducir o camelarse a la gente. Pueden llegar a ser muy teatrales y dramáticas. Al igual que los límite, pueden pasar de un estado emocional a otro de forma súbita. Algunos autores afirman que las conductas para seducir o las conductas directamente sexuales que llevan a cabo pueden darse debido a que esto les permite relacionarse con la gente pero sin llegar a exponerse emocionalmente. Tienen relaciones muy superficiales.

La idea con la que han crecido estas personas es que no valen nada mientras que los demás son estupendos. Son personas que tienen una imagen bastante negativa de ellos mismos por lo que suelen buscar el reconocimiento en los demás. Viven de forma muy negativa que los demás les rechacen. Durante su infancia les dieron a entender que se les haría caso cuando realmente lo merecieran o cuando hicieran lo que el cuidador quisiera. Eso les lleva en la edad adulta a buscar de forma insistente la atención de los demás. De pequeños la atención la conseguían normalmente cuando eran capaces de llamar la atención de su cuidador. Es por eso que se vuelven tan teatrales y dramáticos, es la forma que han aprendido que funciona para que se les atienda.

Al igual que en el trastorno límite, lo más común es que se de en mujeres.


Como hemos ido viendo, estos cuatro trastornos se caracterizan sobre todo por la ausencia de unos buenos cuidadores. Al hablar de cuidadores se está haciendo referencia a las personas que están a cargo de la crianza del niño. Por lo normal son los padres pero en algunos casos pueden ser los abuelos, tíos, hermanos…la figura que sirva de referente al niño. Esto nos muestra la importancia que tienen las experiencias en las edades tempranas del desarrollo. Es fundamental que los niños crezcan en un ambiente seguro, donde se sientan queridos y protegidos.

Trastornos de Personalidad (Grupo A)

Trastornos de Personalidad: Grupo A

Los próximos tres post los voy a dedicar a los trastornos de personalidad. He decidido hacerlo en tres partes porque hacerlo en una sería demasiado largo y dado que hay tres grupos de trastornos de personalidad (A, B y C) hacerlo así tiene sentido.

A lo largo de la historia se ha hablado mucho de la personalidad y de cómo se puede definir esta. Hay numerosas definiciones, pero a mi personalmente me gusta mucho la que dio Eysenck en 197: La personalidad es la organización estable y duradera del carácter, del temperamento y del físico de la persona. Permite la adaptación al ambiente.Esta definición incluye distintos aspectos de la persona y hace referencia a la parte ambiental, que es imprescindible en nuestras vidas a día de hoy. Esta definición hace referencia a la personalidad general, pero, ¿qué son los trastornos de personalidad?

Sarason y Sarason en 1996 dijeron que  los trastornos de personalidad se corresponden con pautas inflexibles y no adaptativas. Estas pautas conducen a limitaciones graves, a una dificultad en el aprendizaje de estrategias de afrontamiento nuevas ante las dificultades cotidianas y a un aumento en el malestar subjetivo. En definitiva, las personas con algún trastorno de personalidad tienen dificultades para adaptarse al ambiente en el que viven y muestran dificultades a la hora de afrontar situaciones complicadas. Por lo general estos trastornos son lo que llamamos “egosintónicos”. Esto quiere decir que las personas que los padecen no lo viven como un problema. Generalmente no son conscientes de que tienen un trastorno y no quieren ni buscan ayuda. Esto complica en muchos casos tratarlos con éxito cuando van (si es que van) a terapia. En estos casos normalmente la gente va a terapia porque sus familiares, amigos, jefes…se lo han pedido, no porque ellos consideren que lo necesitan. 


A día de hoy, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), considera que existen 10 tipos de trastornos de personalidad, divididos en tres grupos. La división es la siguiente:
  • Grupo A: Trastorno Esquizoide, Trastorno Esquizotípico y Trastorno Paranoide
  • Grupo B: Trastorno Histriónico, Trastorno Límite, Trastorno Narcisista y Trastorno Antisocial
  • Grupo C: Trastorno Evitativo, Trastorno Dependiente y Trastorno Obsesivo-Compulsivo de la persoanlidad (este último está explicado en el post anterior)
Hoy me voy a centrar en el grupo A. Los sujetos del grupo A son considerados como ·”raros” o “excéntricos”. 

Trastorno Esquizoide: Estas personas son muy solitarias. No disfrutan de las relaciones sociales, ni siquiera les gusta formar parte de una familia. Les gusta realizar tareas en solitario y muchos no muestran deseo ni interés por las relaciones sexuales. Por lo general no tienen amigos íntimos y son indiferentes tanto a los halagos como a las críticas que les puedan hacer y muestran mucha frialdad emocional. Dan la sensación de que están ausentes y esto les dificulta relacionarse incluso con sus familiares. Son personas tímidas e introvertidas. 

Estas personas no tienen deseo de relacionarse con los demás. Se sienten fuera de lugar cuando están con otras personas y les incomodan mucho las muestras de afecto. Les cuesta tanto darlo como recibirlo. Se dice que el escrito Franz Kafka presentaba este trastorno y en una carta que escribió a su novia se ve su dificultad para relacionarse con los demás y su incapacidad para explicar lo que sentía. No puedo hacerte comprender, ni a ti ni a nadie, lo que pasa en mi interior ¿Cómo explicarte por qué me ocurre todo esto? Ni siquiera puedo explicármelo a mí mismo. Pero tampoco esto es lo principal, lo principal es muy claro: me es imposible vivir una vida humana entre los hombres”. 

Prefieren trabajos en los que no tengan que interactuar con gente. Son personas con poca vitalidad, parece que les han robado la energía. Tienen un tono de voz monótono y lento y muestran pocas expresiones faciales. En el nivel emocional, les cuesta expresar cualquier tipo de emoción. Se alegran poco por las cosas pero tampoco parecen mostrar culpa, ira o tristeza. Es como si estuvieran anestesiados emocionalmente y no sintieran nada. Para resumir: son personas solitarias, muy reservadas y distantes. 




Trastorno Esquizotípico: Al igual que en el trastorno esquizoide, los esquizotípicos tienen dificultades para tener relaciones. La diferencia entre ambos trastornos en este nivel es que los esquizotípicos sí suelen mostrar deseo por tener relaciones sociales, pero se ven incapaces de hacerlo. Estos sujetos son vistos como “raros”. Es gente que puede mostrar síntomas parecidos a los de esquizofrenia y pueden tener pensamientos e ideas ilógicas como que les están vigilando o que pueden hacer daño a alguien solo por pensar acerca de ello (a diferencia que en las esquizofrenia, estas personas no están desconectadas de la realidad ni tienen alucinaciones). Son personas que se aíslan bastante y pueden tener creencias y fantasías muy raras (creer firmemente en la existencia de criaturas mágicas, fanáticos de los extraterrestres…). Su mundo suele girar entorno a sus creencias y dedican la mayor parte de su tiempo a investigar sobre aquello que les interesa. Tanto su aspecto como su comportamiento son raros, suelen llamar bastante la atención.


El lenguaje que utilizan puede ser un poco extraño (demasiado vago, mucho uso de metáforas o muy estereotipado). Estas personas muestran ansiedad social cuando tienen que relacionarse y no suelen tener amigos de confianza. Son también solitarios, pero en este caso por las dificultades que tienen para socializar más que por la falta de deseo. Llevado al extremo, el Joker de la saga de Batman tendría este trastorno. Es excéntrico y tienen unas ideas y creencias ilógicas y raras que le impiden relacionarse con los demás de manera normal. Como he dicho, está llevado al extremo, por lo general las personas esquizotípicas no tienen ese componente sociópata que tiene el Joker. Pero es un buen ejemplo para mostrar la excentricidad a la que pueden llegar estas personas si muestran un alto nivel de afectación.




Trastorno Paranoide: Estas personas muestran un patrón de desconfianza y recelo hacia los demás de manera prolongada. Son personas muy desconfiadas, están continuamente pensando que los demás les quieren hacer daño o que les van a engañar o se van a aprovechar de ellos…Dada su desconfianza, limitan mucho sus relaciones sociales. No suelen ser conscientes de que sus preocupaciones son excesivas o que no tienen mucha lógica. Pueden mostrarse muy hostiles con los demás debido a que suelen creer que los demás tienen motivos ocultos cuando se acercan a ellos.


Cuando creen que alguien les quiere hacer algo, buscan hechos para apoyar su teoría. Estos hechos no serían vistos como relevantes para otras personas, pero ellos buscan significados ocultos en todo lo que ven. Interpretan las situaciones como quieren sin plantearse que puedan estar equivocados. Si tienen pareja, suelen dudar de su fidelidad con frecuencia y pueden sentires atacados por los demás a la mínima. Al igual que los otros dos tipos, no tienen muchos amigos cercanos porque llega un punto en el que dudan de todo el mundo. Pueden tener muchas dificultades en el trabajo ya que no saben trabajar en grupo y también puedes desconfiar mucho de sus compañeros. Les cuesta mucho olvidar las ofensas, son muy rencorosos.




Como habréis podido ver, estos tres trastornos tienen en común la dificultad para relacionarse con los demás aunque en cada caso se da por un motivo distinto. Los síntomas suelen aparecer en la infancia, pero hasta la edad adulta no se diagnostican debido a que la personalidad no ha terminado de formarse en la adolescencia.

TOC vs TOCP

TOC vs TOCP: Conoce la diferencia 

El post de hoy lo voy a dedicar a hablar del Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) y del Trastorno Obsesivo-Compulsivo de la Personalidad (TOCP). Quiero hacer hincapié sobre todo en las diferencias entre estos dos trastornos ya que son muy diferentes.

El TOC es seguramente uno de los trastorno más conocidos en la sociedad. No porque sea el más frecuente sino porque es un trastorno que llama bastante la atención. Películas como “Mejor imposible”, protagonizada por Jack Nicholson o “Si la cosa funciona” de Woody Allen muestran personajes que tienen este tipo de trastorno. Así mismo, actualmente el personaje de Sheldon Cooper (The Big Bang Theory) también es un buen ejemplo de TOCP. Este trastorno está considerado dentro de los trastornos de ansiedad ya que esta forma parte de la vida diaria de las personas que lo padecen. Este problema se caracteriza por la aparición de pensamientos o imágenes intrusivos y recurrentes que generan un gran malestar a la persona. Esto es lo que llamamos “obsesiones”. Para reducir el temor o preocupación que aparece ante la obsesión, las personas realizan rituales (comportamientos que realizan de forma repetida) a las que llamamos compulsiones. Por lo que este trastorno se caracteriza por la presencia de obsesiones (pensamientos o imágenes) seguidas de compulsiones (conductas) de ahí su nombre.

Un ejemplo de esto sería: Como he tocado la barra del metro que está sucia, voy a coger todos los gérmenes y puedo llegar a morir. Para que eso no pase, me lavo las manos tres veces durante un minuto cada vez. Al realizar la compulsión, el temor o preocupación se reduce significativamente, pero es cuestión de tiempo que la preocupación vuelva a aparecer. Si la persona no es capaz de realizar la compulsión, se sentirá muy incómoda y podría experimentar niveles elevados de ansiedad. Si veis la serie de Big Bang, podéis ver como Sheldon “sufre” cuando no puede llamar tres veces a la puerta y siente un gran alivio cuando finaliza el ritual. El alivio que experimentan al realizar la compulsión funciona como motor para seguir manteniendo el círculo.



El contenido de las obsesiones puede ser de naturaliza variada. Lo más común es que las personas tengan preocupaciones acerca de una sola cosa (miedo a enfermar, a ser heridos, a hacer daños a otros, temas religiosos o sexuales…estos son los más comunes). Las compulsiones pueden estar o no relacionadas con la obsesión. Por ejemplo, en lo relacionado con la higiene, es normal que el ritual gire entorno a lavarse partes concretas del cuerpo de forma repetida, pero no siempre existe una relación clara. Un ejemplo sería una persona que teme hacer daño a su familia y para reducir el temor lo que hace es contar hasta 100 de tres en tres. Tanto las obsesiones como las compulsiones son algo que depende totalmente de la persona. No existe una lista con obsesiones y compulsiones posibles, cualquier cosa que la persona haga de forma repetida para reducir el malestar provocado por la obsesión se consideraría compulsión.

Por lo general, este trastorno genera mucho malestar e interfiere enormemente en la vida de los sujetos. Algunos son capaces de realizar compulsiones que no interfieren mucho en su vida diaria, pero otros se ven totalmente controlados por este problema. Puede llegar a generar un gran malestar en la persona ya que los pensamientos/imágenes son muy intrusivos y aparecen de forma repetida. La persona no tiene control sobre ellos y no es capaz de hacer que desaparezcan cuando quiera. Como muchos otros trastornos, tanto familiares como amigos pueden verse afectados por este.

Os dejo aquí un link de una escena de The Big Bang (como veréis me gusta bastante el personaje de Sheldon) en la que se ve como su novia intenta ayudarle con su necesidad obsesiva de que las cosas tengan un cierre. https://www.youtube.com/watch?v=Z3z_yZ1G1Og
El problema que tiene él es que no es capaz de tranquilizarse hasta que consigue completar todo. En su caso uno de sus problemas es la incapacidad que tiene para dejar cosas a medias y es capaz de invertir una gran cantidad de tiempo y energía para ponerle solución a eso.


El ejemplo de Sheldon también nos sirve para describir el Trastorno Obsesivo-Compulsivo de la personalidad (TOCP). Este trastorno hace referencia a un tipo concreto de personalidad. Es parte de la forma de ser de la persona, es parte de su esencia. Estas personas se caracterizan por una excesiva rigidez y la necesidad de guiarse por horarios y normas. Les gusta hacer las cosas de una determinada manera y si no es así, aparece el malestar y pueden incluso llegar a bloquearse (una vez más, Sheldon es un gran ejemplo. Cuando algo no sale según sus planes, pone caras que muestran que está pasándolo mal). Son personas muy perfeccionistas y les gusta mucho el orden. En ciertos aspectos esto podría ser una cualidad positiva, pero el problema que tienen es que se centran tanto en que el proceso sea perfecto que a veces pierden de vista el objetivo. Es muy normal, por ejemplo, que un trabajador no sea capaz de realizar una tarea a tiempo porque ha pasado demasiado tiempo intentando que todo sea perfecto. Son esas personas que son capaces de borrar cien veces una palabra hasta que la escriben con la letra perfecta (lo que ellos creen que es perfecto, como dijimos la perfección es algo subjetivo).



Otra característica de estas personas es que les cuesta bastante trabajar en grupo y delegar. No se fían de que los demás puedan hacer bien el trabajo. Por cambiar de ejemplo, Mónica (de la serie Friends) tiene este tipo de personalidad. Está obsesionada con la limpieza y necesita que las cosas sean a su manera. Ella no tendría un TOC ya que no realiza ningún tipo de compulsión (por lo menos no de forma clara en la serie), simplemente está obsesionada con la limpieza y el orden. Son muy inflexibles en cuanto a moral y ética y están mucho más focalizados en el trabajo que en el ocio.  Dado sus rasgos de personalidad, es bastante común que estas personas tengan anorexia, ansiedad o depresión. La anorexia está muy relacionada con el perfeccionismo y la necesidad de control mientras que la ansiedad y la depresión se podrían desarrollar por el sufrimiento y estrés que pueden llegar a experimentar.

Muchas personas con este tipo de personalidad no son conscientes del problema que tienen, pero otros sí lo son. Los que son conscientes son los que suelen ir a terapia y buscan ayuda para reducir el malestar que les produce ser así.  Como todo, existen distintos grados de funcionalidad. Algunas personas pueden mostrar ciertos rasgos pero eso no interfiere con su vida mientras que otros pueden mostrar un grado mayor y tener más problemas para llevar una vida sin interferencias.

Como veis, aunque ambos trastorno tienen en común el componente obsesivo, el TOC hace referencia a una forma de lidiar con el malestar que pueden generar ciertas obsesiones. Por otro lado, el TOCP es una forma de ser y determina cómo la persona va a funcionar en los distintos aspectos de su vida.

El tratamiento para cada trastorno es muy distinto, pero en ambos puede ser necesario el uso de medicación para tratar la ansiedad y/o depresión. El TOC es más fácil de tratar ya que no es algo que forme parte de la personalidad. Para el TOC, la Terapia Cognitivo Conductual ha demostrado ser muy eficaz. Para el TOCP, es más difícil elegir un tipo de terapia, pero la Cognitivo Conductual también ha mostrado ser eficaz para ayudar a la persona a reducir el malestar. Estos trastornos pueden darse de forma separada (caso de Mónica) o de forma conjunta (caso de Sheldon).



¿Por qué intentar ser perfectos?

Por qué intentar ser perfectos 

¿Sabes cuál es el mayor secreto de la perfección? Que no existe. Es un concepto que se creó para que nunca llegásemos a ser felices, para que siempre estemos intentando conseguir algo más. La perfección no existe, por lo menos no de forma única. Es un concepto subjetivo y lo que para una persona puede ser perfecto, para otra puede no serlo. Podemos estar toda la vida intentando ser perfectos y aún así habrá gente que piense que ni siquiera nos hemos acercado. Pero la gran pregunta es: ¿Por qué intentamos ser perfectos? Algo perfecto pierde toda la magia, todo el encanto. Las cosas perfectas no tienen margen para seguir creciendo y mejorar. Podríamos pensar que eso es bueno, que algo que ya ha alcanzado el tope es algo grandioso, pero no. Lo increíble de la vida, lo más asombroso, es lo que pasa en el camino. Ese camino que recorremos para conseguir nuestros objetivos es lo que realmente hace que la vida valga la pena. Lo que vamos viviendo de una etapa a otra es lo que realmente nos hace crecer y nos ayuda a ser quienes somos. Lo mejor de la vida es lo que pasa mientras la vives.

Llegar a donde te has propuesto está genial, pero si no has disfrutado del camino que has tenido que recorrer, no has aprendido nada. En el proceso es donde verdaderamente nos transformamos y donde tenemos la posibilidad de encontrarnos con nosotros mismos. La vida no debería tratarse de conseguir unos ideales como “el trabajo perfecto”, “la casa perfecta”, “la pareja perfecta”…debería tratar de lo que haces para conseguir esas cosas. Cuando eches la vista atrás, lo que recordarás son las experiencias que te hicieron crecer como persona. Un trabajo se puede perder, una casa se puede caer y una pareja se puede romper, pero lo que has conseguido en el camino, eso siempre se quedará contigo. Nadie podrá arrebatarte nunca tus experiencias. Asegúrate entonces de vivir cada momento como si fuera el más importante de tu vida, porque nunca sabes cuál va a serlo.Citas, Carpe Diem, Palabra, Diem

Hay un proverbio árabe que dice: “El pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”. Hay que aprender a disfrutar del presente porque es lo único que tenemos seguro. Si te dejas llevar por el pasado, serás un resentido toda tu vida y buscarás excusas para justificar todo aquello que no vaya bien en tu vida. Si solo piensas en el futuro, te perderás todos los regalos que aporta el presente. Ocúpate de lo único que tienes seguro, tal y como se te presenta. No se trata de hacer las cosas perfectas sino de disfrutar de lo que tienes y lo que haces tal y como es. Por supuesto que si algo no te gusta, cámbialo y si crees que puedes mejorar en algo, adelante. Pero no lo hagas buscando un ideal que no es real. Ajusta tus expectativas a la realidad. Sé honesto contigo mismo y disfruta de lo que te da la vida. No sueñes solo con lo que podrías tener porque un día te despertarás y te darás cuenta de que lo que tenías ya era algo estupendo, pero perdiste la oportunidad de disfrutarlo porque estabas demasiado centrado en lo que podría llegar a ser.

Lao-Tsé (un filósofo chino) dijo: “Si estás deprimido es porque vives en el pasado, si estás estresado es porque vives en el futuro. Si estás en paz es porque vives en el presente”. La capacidad para vivir en el aquí y el ahora es algo que requiere tiempo y para algunas personas mucho esfuerzo. Pero es un esfuerzo que merece la pena. Cuando consigues conectar con el momento presente, aprendes a valorar las cosas más pequeñas de la vida. Esas cosas son las que nos hacen ser lo que somos y lo que nos lleva luego a ser felices. Ser feliz es aprender a disfrutar de las pequeñas cosas, no consiste en tener mucho ni en ser una persona de éxito. Todos tenemos la capacidad de ser felices, solo que en ocasiones hay que desarrollarla.

No te amargues la existencia intentando ser lo que otros esperan de ti. Decide qué es lo que quieres en la vida y lucha por ello, pero recuerda siempre disfrutar del paisaje antes de llegar a tu destino. Cada día que no te rías y que no hayas sido capaz de sacar algo bueno, será un día perdido. Disfrutar de la vida es muy sencillo si sabes apreciar lo que esta puede ofrecerte.

 

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Thinking outside the box: Atrévete a correr riesgos

                                Salir de la zona de Comfort

“Thinking outside the box” es una frase que eschuché este verano y hace referencia a salir de nuestra zona de confort. Todos tenemos un ambiente, un lugar, un trabajo…lo que sea, donde estamos cómodos y no nos planteamos salir de ahí. Pero, ¿Es ahí dónde realmente quieres estar o te da miedo salir de esa zona? Sentirse seguro es algo muy importante, eso sin duda, pero hay una línea muy fina entre la seguridad y el conformismo. Muchas veces por miedo a fracasar o por miedo a equivocarnos, no nos atrevemos a dar un paso más allá. Estar a gusto con algo está bien, pero conformarse no. Si no te atreves a dar el salto, nunca sabrás hasta dónde eres capaz de llegar. El límite te lo pones tú. Tú decides dónde quieres parar. Pero si decides parar, que sea porque ya has llegado a donde querías llegar, no por miedo a fracasar.

El fracaso no es algo tan malo como lo pintan. Claro que a nadie le agrada hacer las cosas mal y ver que se ha equivocado, pero el fracaso es otra forma de aprender. Aprender que esa no es la manera de hacer las cosas, pero si no sigues intentándolo nunca sabrás cuál era la forma correcta de hacerlo. Es triste pensar que dejamos escapar grandes oportunidades solo por miedo a…miedo a que no salga bien, miedo a que me rechacen, miedo a no encajar, a no saber hacerlo…miedo a cualquier cosa. El miedo es adaptativo también en ciertas ocasiones (hablaremos de ello más adelante, junto con el estrés y la ansiedad) pero en estos casos el miedo es única y exclusivamente un obstáculo. Lo realmente maravilloso ocurre fuera de nuestra zona de confort. Se necesita coraje para cambiar las cosas, pero si te atreves a ir un poco más allá, verás que merece la pena.

En muchas ocasiones lo único que se interpone entre la felicidad y tú eres tú mismo. El ser humano puede ser grandioso y a la vez un verdadero capullo (con perdón). ¿Cuántos de vosotros os habéis auto-saboteado alguna vez? Las personas pueden convertirse en sus peores enemigos. Siempre he creído que la única persona capaz de destruirnos realmente somos nosotros mismos. Pensamientos como: “no valgo nada”, “nunca voy a conseguir nada de lo que me proponga”, “nada se me da bien”…son pensamientos muy típicos entre las personas (por desgracia) y si vinieran de otra persona no tendrían tanto valor como el que le damos si nos los decimos nosotros mismos. Todos estos pensamientos son los que nos paran y nos animan a no intentar nada nuevo.

El miedo va muy unido a la autoestima. Cuanto más inseguro te sientas, más miedo tendrás a hacer y probar cosas nuevas. Pero, ¿por qué parece que a veces la gente prefiere conformarse con lo que tiene en lugar de probar algo mejor? Sencillamente porque correr un riesgo requiere no solo de valentía sino también de esfuerzo, tanto físico como mental y muchas personas no están dispuestas a pasar por eso. Es como cuando una persona con obesidad prefiere seguir con su estilo de vida por muy perjudicial que sea antes que esforzarse por hacer ejercicio y dejar de comer tanto. Los cambios cuestan, por supuesto. Tú decides si prefieres una vida cómoda, sin aventura y sin esfuerzos o una vida donde cada día descubras lo capaz que eres de seguir creciendo. Las personas dejan de desarrollarse cuando deciden que ya no quieren seguir disfrutando de la vida. Viven sus días como rutinarios, hacen siempre lo mismo y no se plantean ningún cambio. Esto puede parecer agradable, pero a la larga lo que produce es una gran insatisfacción, porque en el fondo todos sabemos que podemos hacer grandes cosas. El problema es que no todo el mundo tiene lo que hace falta para ponerse en marcha.

La Zona De Confort
 

La vida está llena de cosas maravillosas y de oprtunidades increíbles, pero solo para aquellos que están dispuestos a aceptar el reto. Hay que experimentar la vida, no simplemente pasar por ella. Cada día trae miles de oportunidades nuevas, depende de ti cogerlas o ignorarlas. A veces es preferible arrepentirse de las cosas que hemos hecho antes que arrepentirnos de lo que hemos dejado de hacer. Otra frase que me encanta es la que dice” la vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”. Las cosas no siempre van a ser fáciles, pero sino lo intentas, nunca sabrás qué otra vida podrías haber tenido. No huyas de las complicaciones, aprende a lidiar con ellas. Cuantas más experiencias vivas, más enriquecedora será tu existencia. Como ya sabéis, la vida es muy corta para verla pasar por la ventana. Sal a la calle y corre riesgos. La mayoría de las veces te equivocarás, harás las cosas mal, te sentirás perdido, desmotivado, cansado…pero todo eso merecerá la pena cuando por fin alcances tu objetivo. Todos los malos recuerdos se desvanecerán cuando llegues al final de la escalera. Solo recuerda ser bueno y agradable contigo mismo durante el proceso. No te machaques ya que eso solo hará que te alejes más de tu objetivo. Cada palabra negativa que te digas a ti mismo supone retroceder un escalón. Date las gracias por atreverte a probar cosas nuevas, aunque no salgan de la manera que esperabas. Anímate cuando veas que flaqueas y apóyate en amigos y familiares, recorrer el camino solo puede resultar agotador.

Odio, rencor…¿de qué sirven?

Odio, rencor…Solo te hacen daño a ti 

¿Toda emoción es adaptativa? Todas las emociones existen por una razón y no hay que negarlas, pero algunas pueden perjudicar más de lo que benefician a quien las siente. Este es el caso del odio. El odio es una emoción muy fuerte que puede hacer mucho daño. El daño más grande en este caso no se lo lleva la persona que es odiada, sino la que odia. Cuando odiamos a alguien, la persona a la que se odia seguramente no sufra ni lo pase mal, lo más probable es que incluso ni se entere de que la odian. Pero, ¿qué le pasa al que odia? El que odia, va generando pensamientos y sentimientos negativos y como toda energía negativa, nos va consumiendo por dentro. El odio requiere de un gasto de energía tremendo y cuando diriges tantos recursos energéticos a algo, te quedas sin energía para el resto de cosas.

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El odio es una de las pocas cosas que no tiene una parte buena, no tiene un verdadero beneficio para aquel que lo sufre. El odio es como beberse un veneno pero esperar que le afecte al otro. Cuando sentimos odio hacia otra persona o hacia un objeto/comida/animal etc…esperamos que nuestro objeto de odio sufra, lo pase mal, le pasen cosas malas…lo que sea. Queremos que sea miserable, pero resulta que el único que sale perdiendo eres tú. Por muy mal que te caiga alguien, no tienes ningún control sobre lo que le pase en su vida. Para bien o para mal, no tenemos ese poder. Las personas seguirán viviendo sus vidas como si nada, seguirán siendo igual de felices. Mientras que tú serás un infeliz que abarca solo odio en su interior. El odio ocupa tanto espacio que no deja hueco para la felicidad o el amor. 
 
Conseguir ser feliz es mucho más fácil de lo que parece. Basta con dejar ir todo aquello que resulta tóxico en tu vida, ya sean personas, pensamientos, sentimientos…todo aquello que no sume, no merece la pena que se quede. Antes de odiar a alguien, piensa bien si te merece la pena todo el gasto energético que requiere. Seguro que tienes cosas más importantes en las que centrarte o que pueden aportar mucho más a tu vida. Esto no significa que tenga que gustarnos todo el mundo, pero hay una gran diferencia entre “esta persona no me cae bien, o no me agrada” y “odio a esta persona”. 
 
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Lo que pasa con las emociones tan “potentes” es que nos acaban controlando. Dicen que tanto el amor como el odio son ciegos y que cuando los sentimos nos dejamos llevar sin pensar bien en lo que hacemos. Dejarse llevar está bien, pero que sean las emociones las que te controlen no suele tener resultados muy positivos. Cuando se trata de amor, parece que está más aceptado porque en principio el motivo por el que haces las cosas es romántico, pero cuando se trata de odio…nada bueno sale de ahí. Tú eres libre de elegir cómo quieres tomarte las cosas. Es cierto que no podemos elegir sentir dolor, pero sí podemos elegir sufrir o no. Aquí pasa lo mismo, te puede caer mal una persona, pero tú puedes controlar que no vaya a más y no acabe en odio. Una vez entras en la etapa del odio, todo lo que esa persona haga te va a molestar. Todo lo que diga te va a parecer una tontería e incluso el simple hecho de escuchar su nombre puede irritarte. Pero una vez más ¿quién es el que lo pasa mal en esa situación? ¿A quién se le amarga el resto del día cuando se entera de que Fulanito va a ir a la cena? La respuesta siempre va a ser “Tú”. Al otro se la trae al fresco. 
 
Como todo, es más fácil decirlo que hacerlo. Es muy fácil decir “no voy a odiar a Menganito o voy a dejar de odiar a Fulanito”. Pero luego resulta que no es tan sencillo ponerlo en marcha. Que no sea sencillo sin embargo, no significa que sea imposible. Todo es cuestión de actitud. Si de verdad estás dispuesto a dejar ir todo aquello que sea perjudicial para tu vida, serás capaz de alejar esos sentimientos. Algo que puede ayudarte a decidir si deberías dejarlo ir o no es: ¿me ayuda esto a ser feliz? o ¿me acerca esto al objetivo que quiero conseguir en mi vida? Si la respuesta es NO, ya sabes lo que tienes que hacer. Como dice la canción tan popular de la película “Frozen”: Let it go. Lo negativo pesa mucho y en esta vida deberíamos viajar con equipaje ligero. 
 
 

Asertividad: Saber expresar lo que quieres

¿Qué es la asertividad? Conoce algunas técnicas. 

La palabra asertividad es un término que últimamente se utiliza mucho, pero ¿qué es exactamente? La asertividad es “la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”. Saber decir lo que quieres a veces es complicado, y más si no se sabe cómo decirlo. Es importante también saber decir que “no”. Negarte a hacer algo que te piden no te convierte en peor persona y no con ellos vas a perder el amor o respeto de tus amigos/familiares/pareja. Todos tenemos momentos en los que no nos apetece hacer algo y es importante que seas capaz de decirlo y expresar cómo te sientes.
La asertividad va muy ligada a la autoestima. Cuanto menor sea la autoestima de una persona, menor capacidad tendrá para ser asertivo. Esto se debe a que para ser asertivo es necesario tener muy claros cuáles son los derechos de cada uno. Las personas con baja autoestima por lo que general no creen que tengan ningún derecho, lo que les lleva a dejarse pisotear por el resto.

Lo bueno de la asertividad es que es algo con lo que no se nace, sino que se va desarrollando poco a poco. Así que si eres una persona poco asertiva, no te preocupes, aún estás a tiempo de conseguir serlo. Dentro de este término podemos encontrar tres perfiles: Agresivo, asertivo y sumiso.
Las personas agresivas defienden en exceso los derechos personales, sin tener en cuenta a la otra persona. Cuando se trata con un agresivo, normalmente la sensación que se tiene es de que no nos están respetando.
Las personas sumisas no se respetan a sí mismas ni defienden sus derechos. Suelen querer complacer al otro, por lo que se olvidan de los que ellos quieren. Sienten que no se respeta lo que ellos quieren y tienen la sensación de que siempre salen perdiendo, pero en este caso es porque ellos mismos se ponen en esa situación.
Hay otro perfil que resulta de la combinación de los otros dos anteriores: Pasivo-agresivo. La principal estrategia que usan es el chantaje emocional. Consiguen que el otro haga lo que quieren a base de hacerles sentirse culpables o en deuda con ellos.

Por lo general las personas no nos quedamos en un único perfil, es más un continuo en el que nos vamos moviendo dependiendo de la situación y de la persona que tengamos en frente. Quizás te pase que con algunas personas seas capaz de ser súper asertivo mientras que con otras te muestras más sumiso o agresivo. El problema aparece cuando estás siempre en uno de los dos extremos.

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La asertividad es básica para poder mantener relaciones saludables. Muchas veces tenemos miedo a comunicar al otro cómo nos sentimos por miedo a lo que pueda pensar de nosotros o por miedo a que se enfade ante nuestro comentario. Si las cosas se dicen bien, todo se puede decir. Si continuamente dejas que el otro se salga con la suya, tu autoestima se irá debilitando porque pensarás que no vales lo suficiente como para se tengan en cuenta tus sentimientos o pensamientos. A continuación, voy a explicar brevemente una serie de técnicas con las que se puede ser asertivo, sobre todo ante discusiones o conflictos. Recuerda, cuando se discute con alguien, el objetivo no debería ser ganar la discusión, sino llegar a un acuerdo donde ambas partes ganen.

Técnica del disco rayado: Se trata de repetir el mismo argumento una y otra vez, de forma paciente y tranquila sin entrar en discusiones. Para esto tienes que tener muy clara cuál es tu postura para poder mantenerte firme. El tono de voz debe ser tranquilo, mostrando respeto hacia el otro pero sin dejar que te haga cambiar de idea. Te tienes que mantener firme a base de repetir una y otra vez lo que piensas, hasta que el otro lo entienda.
Banco de niebla: Se le da la razón a la otra persona, pero evitando entrar en mayores discusiones. Se le dice en un tono de voz calmado y convincente transmitiéndole a la otra persona que lleva parte de razón en lo que dice. Ejemplo: Tienes razón, llegamos tarde porque ha sido mi culpa (esta técnica es útil sobre todo cuando no te compensa discutir con la persona. Hay que saber qué batallas merece la pena pelear y cuáles no). No se trata de darle la razón al otro como a un tonto, sino simplemente reconocer que tiene parte de razón en lo que dice pero solamente si realmente la tiene. No es dar la razón para que se calle.
Aplazamiento asertivo: Se pospone la discusión para otro momento donde se controle más la situación. Puedes decirle a la persona que en ese momento no te apetece discutir y que prefieres hablar del tema en otro momento o que te pensarás una respuesta y se la dirás más adelante. Hay gente a la que le encanta discutir y meterse en conversaciones acaloradas, pero si tú no te sientes cómodo así, mantente firme y utiliza lo del disco rayado (repite una y otra vez tu postura hasta que el otro la entienda). No es cuestión de evitar todas las conversaciones que no te gusten, sino que puede haber un momento en el que no te apetezca discutir o pienses que vas a acabar diciendo una barbaridad así que dejas la conversación para otro momento.

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Relativizar la importancia de lo que se discute: Se trata de hacer ver que a veces es más importante no entrar en discusión y comprender que ésta no lleva a ningún lado. Por ejemplo, interrumpir una discusión con algún comentario del tipo “Quizás esta discusión no tiene tanta importancia como le estamos dando”. A veces es preferible cortar una discusión antes de que se digan cosas de las que luego nos podemos arrepentir. Si crees que el tema inicial ha originado una pelea mayor, esta técnica es muy útil. Muchas veces empezamos hablando de una cosa y acabamos discutiendo por otra muy distinta. Esto pasa cuando al final empezamos a sacar trapos sucios. Es difícil de conseguir pero a veces es necesario intentar ver la situación como un observador y darnos cuenta de que se nos ha ido de las manos.
Técnica de ignorar: No se le sigue la discusión al otro pero a través del lenguaje verbal y no verbal se le trasmite que no es una desconsideración el ignorar el tema de discusión. Se trata de hacer entender a la persona que está un poco acalorado y que quizás no es el mejor momento para discutir. Hay que ser muy cuidadoso con cómo se le manda el mensaje al otro, porque puede producir el efecto contrario y la persona puede alterarse incluso más si le decimos que está muy nervioso.
Técnica de diferenciar un comportamiento de un modo de ser: Se le hace ver al otro que aunque incluso uno pueda haber cometido un error, eso no implica que es una mala persona. Por ejemplo, “Aunque hoy haya llegado tarde, eso no quiere decir que sea impuntual”. Que en una ocasión determinada hayas podido hacer algo mal, no significa que seas mala persona o que siempre tengas que ser así. Esto es muy útil cuando el otro generaliza un comportamiento nuestro concreto.
Técnica de la pregunta asertiva: Se parte de la idea de que la crítica del otro es bienintencionada (aunque no lo sea). Se le hace una pregunta para que nos clarifique lo que hemos hecho mal y cómo podemos hacerlo bien. Por ejemplo, “¿Cómo quieres que cambie para que esto no vuelva a ocurrir, qué puedo hacer para mejorar?”. Intenta no pensar mal de lo que los otros te digan, muchas veces las críticas nos las hacen desde el cariño (aunque cueste verlo). Si estás de acuerdo con la crítica que te han hecho, pregunta cómo puedes mejorar. Si por el contrario no estás de acuerdo, pregunta por qué opinan eso de ti.

Si quieres saber más sobre la asertividad y cómo mejorarla, puedes consultar los libros de Olga Castanyer: Aplicaciones de la asertividad o La asertividad: expresión de una sana autoestima.