Month: August 2018

El Apego, conoce los diferentes tipos

El Apego: qué es y sus tipos 

Seguro que muchos de vosotros habéis oído hablar del apego, pero ¿qué es exactamente el apego y por qué es tan importante?
 
El término “apego” fue desarrollado por primera vez por John Bowlby, que lo define como cualquier forma de conducta que tiene como resultado el logro o la conservación de la proximidad con otro individuo claramente identificado al que se considera mejor capacitado para enfrentarse al mundo. Las personas, cuando nacemos, tenemos una capacidad limitada para regularnos. No somos capaces de regular nuestras emociones o nuestro sistema fisiológico por lo que dependemos de otra persona que nos enseñe a hacerlo.
 
El apego es un sistema de conexión social que sirve para desarrollar relaciones afectivas y vinculares. Las primeras relaciones de apego nos enseñan a regular la estimulación interna y externa. Esta regulación relacional, facilita el desarrollo de una de las áreas del cerebro responsable de la regulación de la actividad fisiológica: el córtex prefrontal orbital.
Las alteraciones tempranas de apego tienen efectos perjudiciales duraderos. Disminuyen la capacidad para regular la actividad fisiológica, desarrollar relaciones sanas y modular el estrés.
 
 
Para estudiar más a fondo este concepto, Ainsworth llevó a cabo un estudio que se conoce como “la Situación Extraña” el cual permitió definir distintos tipos de apego que los niños pueden desarrollar con el cuidador primario. En este estudio, el bebé es observado en una sala de juegos donde permanece con el cuidador, con un extraño, con ambos o solo. El énfasis de la observación se pone en la exploración de juguetes por parte del niño, en la reacción cuando el cuidador abandona la sala y en la reacción del niño cuando el cuidador regresa. Tras la observación, Ainsworth describió tres tipos de apego:
 
  • Apego Seguro: Los niños con este tipo de apego se muestran activos durante la fase de exploración, se muestran un poco ansioso cuando el cuidador abandona la sala y se calman inmediatamente cuando el cuidador regresa. Estos niños tienen a su cuidador como una “base segura”, los ven como accesibles. Los niños con un apego seguro tienen un margen de tolerancia bastante amplio y son capaces de desarrollar un sistema de conexión social adecuado. Estos niños generalmente se convierten en adultos que son capaces de tolerar la frustración y las decepciones dentro de las relaciones. Se sienten cómodos siendo autónomos, pero también aceptan la ayuda externa cuando es necesario.
  • Apego ambivalente/resistente: Son niños que se muestran ansiosos, pero también pueden mostrarse pasivos. No exploran ni juegan con los juguetes cuando están en un ambiente desconocido y se alteran de forma exagerada cuando el cuidador deja la sala. Este estado de ansiedad no reduce cuando el cuidador vuelve a la sala. Ven a sus cuidadores como inconsistentemente accesibles o insensibles cuando les necesitan. Son niños que han crecido con una madre impredecible en su comportamiento con el bebé. A la hora de relacionarse, tienen más en cuenta sus propias necesidades que las del niño, lo que hace que puedan sobreactivar al niño cuando lo que este necesita es calmarse. A veces, se muestran accesibles y responsivas mientras que otras veces no, lo que hace que el niño no se pueda fiar de su madre o cuidador primario. Son niños que se muestran muy cautelosos, irritables, enfadados o tristes y tienen dificultades para recuperarse del estrés. Generalmente tienen problemas para controlar sus impulsos y tienen un gran temor al abandono. Estos niños dan lugar a adultos que se muestran preocupados con el apego. Suelen depender excesivamente de los demás y suelen ser muy intensos en sus relaciones. Se centran mucho en su propio malestar interno y buscan desesperadamente una forma de alivio. 
  • Apego evitativo: En estos casos, los niños sí que exploran los juguetes, llegando a ignorar al cuidador. Cuando este sale de la sala, no muestran respuestas de ansiedad y cuando el cuidador regresa, los niños le evitan. Las necesidades de estos niños han sido desatendidas o rechazadas por lo que los niños asumen que cualquier llamada de atención no va a servirles de nada. Son niños que han crecido con madres que evitaban sobre todo el contacto físico o las miradas de los niños. Esto hace que al final el niño no intente mantener ningún tipo de contacto con la madre. No buscan proximidad con su cuidador primario y son reservados emocionalmente. Estos niños se convierten en adultos que suelen distanciarse de los demás, son muy independientes y no tienen mucho contacto con sus emociones. Son personas que en situaciones de estrés tienden a retraerse y evitan buscar apoyo emocional de los demás. 
Música, Niños, Jugar, Xilófono
 
Con base a estas observaciones, Mary Main y Judith Solomon, observaron que había niños que no podían ser clasificados en ninguno de los tres grupos anteriores, por lo que crearon un cuarto grupo conocido como “apego desorganizado”. Los niños que desarrollan este tipo de apego se muestran faltos de estrategias. Pueden desarrollar cualquiera de las conductas anteriormente descritas, sin un patrón de actuación claro. Este tipo de apego lo desarrollan niños que son desatendidos por sus figuras paternas o que son maltratados. Está asociado al maltrato infantil, negligencia y abuso sexual. Estos niños crecen con cuidadores que se muestran inaccesibles y reaccionan de forma inapropiada o rechazante ante las muestras de estrés.
 
Los adultos con un apego desorganizado generalmente muestran grandes incongruencias entre lo que piden a nivel verbal y a nivel no verbal. Por ejemplo, una persona puede pedir verbalmente algo de contacto, pero alejarse cuando alguien se le acerca. Estas personas han vivido con dos sistemas opuestos activados al mismo tiempo: el apego y el sistema de defensa. Al estar con madres o cuidadores primarios amenazantes, tienen que protegerse, pero a la vez tienen que apegarse a ellos por lo que se genera una incongruencia muy grande que hace que en sus relaciones adultas tiendan a buscar la proximidad pero a la vez a estar alerta.
 
La teoría del apego no solo influye en cómo se van a relacionar los niños con el resto del mundo a lo largo de su vida, si no que también influye sobre el concepto que van a tener sobre ellos mismos y sobre su personalidad. Las interacciones con los padres construyen los “modelos de trabajo internos” del sí mismo. Los modelos de trabajo interno son esquemas de cómo se ven las personas a sí mismas basados en el rol que tienen en las relaciones de apego con su cuidador primario. Estos trabajos internos se forman a base de las creencias sobre la valía que considera uno que tiene como individuo. Cuando las relaciones con los padres son malas, estos modelos internos no se desarrollan de la manera más saludable, lo que puede llevar a la aparición de trastornos de personalidad. Se han asociado rasgos narcisistas, antisociales e histriónicos con el apego evitativo y rasgos de personalidad límite con el apego desorganizado.
 
Es por eso que tener una buena base es fundamental para el buen desarrollo de las personas. Por suerte, si se tiene un apego inseguro o desorganizado, eso no significa que tenga que ser así para siempre. La terapia ayuda a trabajar estos aspectos para facilitar a las personas a que desarrollen mejores relaciones sociales y una mejor imagen de sí mismas.

Emociones básicas, ¿para qué sirven?

Emociones Básicas 

Existen una serie de emociones básicas que son necesarias para la supervivencia humana. Depende del libro que leas o el autor que consultes, estas emociones pueden ser unas u otras, lo que hace pensar que no hay todavía un consenso acerca de cuáles son básicas y cuáles no.

En este post me voy a centrar en las que yo considero básicas para un buen desarrollo personal. Estas emociones son: la alegría, el amor, la curiosidad, el miedo, la rabia y la tristeza.
 
Normalmente las emociones se dividen en positivas o negativas, pero esa es una división que personalmente no me gusta. Las palabras tienen connotaciones y si decimos que algo es negativo ya le estamos dando un valor “malo” y ninguna emoción es mala. Todas las emociones existen por algo, tienen una utilidad, si no, habrían desaparecido con el tiempo. La división que yo prefiero es emociones “agradables y desagradables”. Está claro que es mejor sentir alegría que tristeza o amor antes que miedo, pero eso no hace que la alegría o el miedo sean negativos.
 
Para sentirnos bien necesitamos que haya equilibrio entre nuestras sensaciones, emociones, acciones y pensamientos.
Las sensaciones son percepciones corporales que tenemos gracias a los sentidos. Solemos referirnos a ellas con el verbo “notar”. Por ejemplo, noto calor, noto mariposas en el estómago…Las emociones son alteraciones en el estado de ánimo, son intensas, pero suelen durar poco. Lo más normal es que vayan acompañadas de sensaciones corporales. Utilizamos el verbo “sentir” para referirnos a ellas. Por ejemplo, siento miedo, siento alegría…
 
La palabra emoción viene del latín emovere que significa “movimiento hacia”. Las emociones nos preparan paran para la acción. Nos sirven de guía para dirigir nuestras acciones.
¿Y por qué las consideramos básicas para el desarrollo personal? Se consideran básicas porque son emociones con las que nacemos y que nos ayudan a adaptarnos a nuestro entorno. Sirven sobre todo para relacionarnos con los demás y para defendernos de los peligros. Todas las emociones son adaptativas, veamos ahora cómo nos ayuda cada una:
 
EMOCIONES AGRADABLES (orientadas a acercarnos a los demás)
 
Amor: Nos ayuda a acercarnos a los demás, pero de manera íntima y más cercana. Sentimos amor por personas contadas, no es una emoción que vayamos sintiendo con cada persona que conocemos. Está reservada para personas de nuestro círculo cercano por las que sentimos un estado de ánimo elevado.
 
Alegría: Al igual que el amor nos ayuda a acercarnos a los demás. Eleva nuestro estado de ánimo y nos facilita la exploración del entorno. La diferencia con el amor es que la alegría nos acerca a más gente, pero con una intensidad un poco más baja. Nos ayuda a compartir con los demás momentos agradables.
     
     Curiosidad: Es fundamental para que conozcamos el mundo. Cuando somos pequeños conocemos lo que nos rodea y nuestro propio cuerpo gracias a la curiosidad. Los niños preguntan todo el rato y quieren tocarlo todo. Es la forma que tiene el ser humano para conocer y conocerse.
 
 
Sketch, Outline, Pencil, Draw, Drawing
 
EMOCIONES DESAGRADABLES (orientadas a defendernos)
 
Miedo: El miedo nos ayuda a protegernos. Nos evita peligros, nos ayuda a sobrevivir. ¿Por qué miramos a los lados antes de cruzar la calle? Por miedo a que nos atropellen. Esta emoción nos mueve a la evitación.
 
    Rabia: La rabia nos lleva a la acción, a defendernos. Nos defendemos ante las cosas que nos parecen injustas. Nos enfadamos ante aquello que no nos gusta y esta emoción es lo que nos sirve para hacer algo y cambiarlo.
Hay que diferenciar la rabia de la agresividad. Muchas personas asocian rabia con agresividad, pero no es lo mismo. La agresividad es una forma de acción; una conducta agresiva. Mientras que la rabia es una emoción adaptativa que no tiene porqué actuarse de una manera agresiva.
 
Tristeza: La tristeza nos ayuda a aceptar las pérdidas. Ya sean personas, objetos o situaciones. Perder un trabajo, por ejemplo, supone tener que hacer un duelo por la pérdida de una situación estable económicamente. El llanto es la forma más común de expresar la tristeza. Ayuda a limpiar. A sacar el malestar de nuestro cuerpo.
 
   Hoy en día se habla mucho de la inteligencia emocional. ¿Cómo podemos convertirnos en expertos emocionales? Os dejo aquí una guía rápida que resume los pasos principales que ayudan con la gestión emocional.
 
    Lo más importante es conocer las emociones básicas y para qué sirven. Lo malo de las emociones es que son algo abstracto, no podemos verlas ni tocarlas y por eso es importante concretarlas lo máximo posible para poder gestionarlas
 

Reconocerlas cuando las experimentamos y cuando las sienten los demás. No es lo mismo gestionar el miedo que la rabia. Necesitamos saber qué sentimos en cada momento para manejarlo adecuadamente.

    Legitimarlas. Aceptar lo que sentimos y darnos permiso para ello. Recuerda que las emociones no son negativas y por ello es bueno que podamos sentirlas.
 
Consciencia, Cerebro, Corazón, Mente

Regularlas. Que sean adaptativas no significa que sea bueno que nos invadan o dominen nuestras conductas o pensamientos. Hay que aprender a regular la intensidad emocional para que estas no nos controlen.

    Reflexionar sobre lo que sentimos para poder actuar de la mejor manera.
       
    Actuarlas de forma adaptativa. Sin repercusiones negativas para uno mismo o para los demás.
   
    Narrarse a uno mismo lo que se ha sentido, pensado y hecho. De esta manera podemos convertir la experiencia en aprendizaje.
La próxima vez que sientas miedo o rabia o tristeza, recuerda que son emociones que necesitamos en nuestras vida y no por ello somos más débiles. Todo lo contrario, la gente con mayor inteligencia emocional es aquella que es capaz de aceptar sus emociones y luego gestionarlas. 
 
Las emociones necesitan estar y si no las dejamos, encuentran la manera de salir. Esto es lo que llamamos somatizaciones. Expresiones emocionales que salen por nuestro cuerpo en forma de dolores, tensiones, etc. Así que siente y acepta las emociones que aparecen.