Month: September 2015

Thinking outside the box: Atrévete a correr riesgos

                                Salir de la zona de Comfort

“Thinking outside the box” es una frase que eschuché este verano y hace referencia a salir de nuestra zona de confort. Todos tenemos un ambiente, un lugar, un trabajo…lo que sea, donde estamos cómodos y no nos planteamos salir de ahí. Pero, ¿Es ahí dónde realmente quieres estar o te da miedo salir de esa zona? Sentirse seguro es algo muy importante, eso sin duda, pero hay una línea muy fina entre la seguridad y el conformismo. Muchas veces por miedo a fracasar o por miedo a equivocarnos, no nos atrevemos a dar un paso más allá. Estar a gusto con algo está bien, pero conformarse no. Si no te atreves a dar el salto, nunca sabrás hasta dónde eres capaz de llegar. El límite te lo pones tú. Tú decides dónde quieres parar. Pero si decides parar, que sea porque ya has llegado a donde querías llegar, no por miedo a fracasar.

El fracaso no es algo tan malo como lo pintan. Claro que a nadie le agrada hacer las cosas mal y ver que se ha equivocado, pero el fracaso es otra forma de aprender. Aprender que esa no es la manera de hacer las cosas, pero si no sigues intentándolo nunca sabrás cuál era la forma correcta de hacerlo. Es triste pensar que dejamos escapar grandes oportunidades solo por miedo a…miedo a que no salga bien, miedo a que me rechacen, miedo a no encajar, a no saber hacerlo…miedo a cualquier cosa. El miedo es adaptativo también en ciertas ocasiones (hablaremos de ello más adelante, junto con el estrés y la ansiedad) pero en estos casos el miedo es única y exclusivamente un obstáculo. Lo realmente maravilloso ocurre fuera de nuestra zona de confort. Se necesita coraje para cambiar las cosas, pero si te atreves a ir un poco más allá, verás que merece la pena.

En muchas ocasiones lo único que se interpone entre la felicidad y tú eres tú mismo. El ser humano puede ser grandioso y a la vez un verdadero capullo (con perdón). ¿Cuántos de vosotros os habéis auto-saboteado alguna vez? Las personas pueden convertirse en sus peores enemigos. Siempre he creído que la única persona capaz de destruirnos realmente somos nosotros mismos. Pensamientos como: “no valgo nada”, “nunca voy a conseguir nada de lo que me proponga”, “nada se me da bien”…son pensamientos muy típicos entre las personas (por desgracia) y si vinieran de otra persona no tendrían tanto valor como el que le damos si nos los decimos nosotros mismos. Todos estos pensamientos son los que nos paran y nos animan a no intentar nada nuevo.

El miedo va muy unido a la autoestima. Cuanto más inseguro te sientas, más miedo tendrás a hacer y probar cosas nuevas. Pero, ¿por qué parece que a veces la gente prefiere conformarse con lo que tiene en lugar de probar algo mejor? Sencillamente porque correr un riesgo requiere no solo de valentía sino también de esfuerzo, tanto físico como mental y muchas personas no están dispuestas a pasar por eso. Es como cuando una persona con obesidad prefiere seguir con su estilo de vida por muy perjudicial que sea antes que esforzarse por hacer ejercicio y dejar de comer tanto. Los cambios cuestan, por supuesto. Tú decides si prefieres una vida cómoda, sin aventura y sin esfuerzos o una vida donde cada día descubras lo capaz que eres de seguir creciendo. Las personas dejan de desarrollarse cuando deciden que ya no quieren seguir disfrutando de la vida. Viven sus días como rutinarios, hacen siempre lo mismo y no se plantean ningún cambio. Esto puede parecer agradable, pero a la larga lo que produce es una gran insatisfacción, porque en el fondo todos sabemos que podemos hacer grandes cosas. El problema es que no todo el mundo tiene lo que hace falta para ponerse en marcha.

La Zona De Confort
 

La vida está llena de cosas maravillosas y de oprtunidades increíbles, pero solo para aquellos que están dispuestos a aceptar el reto. Hay que experimentar la vida, no simplemente pasar por ella. Cada día trae miles de oportunidades nuevas, depende de ti cogerlas o ignorarlas. A veces es preferible arrepentirse de las cosas que hemos hecho antes que arrepentirnos de lo que hemos dejado de hacer. Otra frase que me encanta es la que dice” la vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”. Las cosas no siempre van a ser fáciles, pero sino lo intentas, nunca sabrás qué otra vida podrías haber tenido. No huyas de las complicaciones, aprende a lidiar con ellas. Cuantas más experiencias vivas, más enriquecedora será tu existencia. Como ya sabéis, la vida es muy corta para verla pasar por la ventana. Sal a la calle y corre riesgos. La mayoría de las veces te equivocarás, harás las cosas mal, te sentirás perdido, desmotivado, cansado…pero todo eso merecerá la pena cuando por fin alcances tu objetivo. Todos los malos recuerdos se desvanecerán cuando llegues al final de la escalera. Solo recuerda ser bueno y agradable contigo mismo durante el proceso. No te machaques ya que eso solo hará que te alejes más de tu objetivo. Cada palabra negativa que te digas a ti mismo supone retroceder un escalón. Date las gracias por atreverte a probar cosas nuevas, aunque no salgan de la manera que esperabas. Anímate cuando veas que flaqueas y apóyate en amigos y familiares, recorrer el camino solo puede resultar agotador.

Odio, rencor…¿de qué sirven?

Odio, rencor…Solo te hacen daño a ti 

¿Toda emoción es adaptativa? Todas las emociones existen por una razón y no hay que negarlas, pero algunas pueden perjudicar más de lo que benefician a quien las siente. Este es el caso del odio. El odio es una emoción muy fuerte que puede hacer mucho daño. El daño más grande en este caso no se lo lleva la persona que es odiada, sino la que odia. Cuando odiamos a alguien, la persona a la que se odia seguramente no sufra ni lo pase mal, lo más probable es que incluso ni se entere de que la odian. Pero, ¿qué le pasa al que odia? El que odia, va generando pensamientos y sentimientos negativos y como toda energía negativa, nos va consumiendo por dentro. El odio requiere de un gasto de energía tremendo y cuando diriges tantos recursos energéticos a algo, te quedas sin energía para el resto de cosas.

Firmar, Prohibitorios, Una Noticia
 
El odio es una de las pocas cosas que no tiene una parte buena, no tiene un verdadero beneficio para aquel que lo sufre. El odio es como beberse un veneno pero esperar que le afecte al otro. Cuando sentimos odio hacia otra persona o hacia un objeto/comida/animal etc…esperamos que nuestro objeto de odio sufra, lo pase mal, le pasen cosas malas…lo que sea. Queremos que sea miserable, pero resulta que el único que sale perdiendo eres tú. Por muy mal que te caiga alguien, no tienes ningún control sobre lo que le pase en su vida. Para bien o para mal, no tenemos ese poder. Las personas seguirán viviendo sus vidas como si nada, seguirán siendo igual de felices. Mientras que tú serás un infeliz que abarca solo odio en su interior. El odio ocupa tanto espacio que no deja hueco para la felicidad o el amor. 
 
Conseguir ser feliz es mucho más fácil de lo que parece. Basta con dejar ir todo aquello que resulta tóxico en tu vida, ya sean personas, pensamientos, sentimientos…todo aquello que no sume, no merece la pena que se quede. Antes de odiar a alguien, piensa bien si te merece la pena todo el gasto energético que requiere. Seguro que tienes cosas más importantes en las que centrarte o que pueden aportar mucho más a tu vida. Esto no significa que tenga que gustarnos todo el mundo, pero hay una gran diferencia entre “esta persona no me cae bien, o no me agrada” y “odio a esta persona”. 
 
No Odio, Palabra, Letras, Escarbar
 
Lo que pasa con las emociones tan “potentes” es que nos acaban controlando. Dicen que tanto el amor como el odio son ciegos y que cuando los sentimos nos dejamos llevar sin pensar bien en lo que hacemos. Dejarse llevar está bien, pero que sean las emociones las que te controlen no suele tener resultados muy positivos. Cuando se trata de amor, parece que está más aceptado porque en principio el motivo por el que haces las cosas es romántico, pero cuando se trata de odio…nada bueno sale de ahí. Tú eres libre de elegir cómo quieres tomarte las cosas. Es cierto que no podemos elegir sentir dolor, pero sí podemos elegir sufrir o no. Aquí pasa lo mismo, te puede caer mal una persona, pero tú puedes controlar que no vaya a más y no acabe en odio. Una vez entras en la etapa del odio, todo lo que esa persona haga te va a molestar. Todo lo que diga te va a parecer una tontería e incluso el simple hecho de escuchar su nombre puede irritarte. Pero una vez más ¿quién es el que lo pasa mal en esa situación? ¿A quién se le amarga el resto del día cuando se entera de que Fulanito va a ir a la cena? La respuesta siempre va a ser “Tú”. Al otro se la trae al fresco. 
 
Como todo, es más fácil decirlo que hacerlo. Es muy fácil decir “no voy a odiar a Menganito o voy a dejar de odiar a Fulanito”. Pero luego resulta que no es tan sencillo ponerlo en marcha. Que no sea sencillo sin embargo, no significa que sea imposible. Todo es cuestión de actitud. Si de verdad estás dispuesto a dejar ir todo aquello que sea perjudicial para tu vida, serás capaz de alejar esos sentimientos. Algo que puede ayudarte a decidir si deberías dejarlo ir o no es: ¿me ayuda esto a ser feliz? o ¿me acerca esto al objetivo que quiero conseguir en mi vida? Si la respuesta es NO, ya sabes lo que tienes que hacer. Como dice la canción tan popular de la película “Frozen”: Let it go. Lo negativo pesa mucho y en esta vida deberíamos viajar con equipaje ligero. 
 
 

Asertividad: Saber expresar lo que quieres

¿Qué es la asertividad? Conoce algunas técnicas. 

La palabra asertividad es un término que últimamente se utiliza mucho, pero ¿qué es exactamente? La asertividad es “la capacidad de autoafirmar los propios derechos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás”. Saber decir lo que quieres a veces es complicado, y más si no se sabe cómo decirlo. Es importante también saber decir que “no”. Negarte a hacer algo que te piden no te convierte en peor persona y no con ellos vas a perder el amor o respeto de tus amigos/familiares/pareja. Todos tenemos momentos en los que no nos apetece hacer algo y es importante que seas capaz de decirlo y expresar cómo te sientes.
La asertividad va muy ligada a la autoestima. Cuanto menor sea la autoestima de una persona, menor capacidad tendrá para ser asertivo. Esto se debe a que para ser asertivo es necesario tener muy claros cuáles son los derechos de cada uno. Las personas con baja autoestima por lo que general no creen que tengan ningún derecho, lo que les lleva a dejarse pisotear por el resto.

Lo bueno de la asertividad es que es algo con lo que no se nace, sino que se va desarrollando poco a poco. Así que si eres una persona poco asertiva, no te preocupes, aún estás a tiempo de conseguir serlo. Dentro de este término podemos encontrar tres perfiles: Agresivo, asertivo y sumiso.
Las personas agresivas defienden en exceso los derechos personales, sin tener en cuenta a la otra persona. Cuando se trata con un agresivo, normalmente la sensación que se tiene es de que no nos están respetando.
Las personas sumisas no se respetan a sí mismas ni defienden sus derechos. Suelen querer complacer al otro, por lo que se olvidan de los que ellos quieren. Sienten que no se respeta lo que ellos quieren y tienen la sensación de que siempre salen perdiendo, pero en este caso es porque ellos mismos se ponen en esa situación.
Hay otro perfil que resulta de la combinación de los otros dos anteriores: Pasivo-agresivo. La principal estrategia que usan es el chantaje emocional. Consiguen que el otro haga lo que quieren a base de hacerles sentirse culpables o en deuda con ellos.

Por lo general las personas no nos quedamos en un único perfil, es más un continuo en el que nos vamos moviendo dependiendo de la situación y de la persona que tengamos en frente. Quizás te pase que con algunas personas seas capaz de ser súper asertivo mientras que con otras te muestras más sumiso o agresivo. El problema aparece cuando estás siempre en uno de los dos extremos.

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La asertividad es básica para poder mantener relaciones saludables. Muchas veces tenemos miedo a comunicar al otro cómo nos sentimos por miedo a lo que pueda pensar de nosotros o por miedo a que se enfade ante nuestro comentario. Si las cosas se dicen bien, todo se puede decir. Si continuamente dejas que el otro se salga con la suya, tu autoestima se irá debilitando porque pensarás que no vales lo suficiente como para se tengan en cuenta tus sentimientos o pensamientos. A continuación, voy a explicar brevemente una serie de técnicas con las que se puede ser asertivo, sobre todo ante discusiones o conflictos. Recuerda, cuando se discute con alguien, el objetivo no debería ser ganar la discusión, sino llegar a un acuerdo donde ambas partes ganen.

Técnica del disco rayado: Se trata de repetir el mismo argumento una y otra vez, de forma paciente y tranquila sin entrar en discusiones. Para esto tienes que tener muy clara cuál es tu postura para poder mantenerte firme. El tono de voz debe ser tranquilo, mostrando respeto hacia el otro pero sin dejar que te haga cambiar de idea. Te tienes que mantener firme a base de repetir una y otra vez lo que piensas, hasta que el otro lo entienda.
Banco de niebla: Se le da la razón a la otra persona, pero evitando entrar en mayores discusiones. Se le dice en un tono de voz calmado y convincente transmitiéndole a la otra persona que lleva parte de razón en lo que dice. Ejemplo: Tienes razón, llegamos tarde porque ha sido mi culpa (esta técnica es útil sobre todo cuando no te compensa discutir con la persona. Hay que saber qué batallas merece la pena pelear y cuáles no). No se trata de darle la razón al otro como a un tonto, sino simplemente reconocer que tiene parte de razón en lo que dice pero solamente si realmente la tiene. No es dar la razón para que se calle.
Aplazamiento asertivo: Se pospone la discusión para otro momento donde se controle más la situación. Puedes decirle a la persona que en ese momento no te apetece discutir y que prefieres hablar del tema en otro momento o que te pensarás una respuesta y se la dirás más adelante. Hay gente a la que le encanta discutir y meterse en conversaciones acaloradas, pero si tú no te sientes cómodo así, mantente firme y utiliza lo del disco rayado (repite una y otra vez tu postura hasta que el otro la entienda). No es cuestión de evitar todas las conversaciones que no te gusten, sino que puede haber un momento en el que no te apetezca discutir o pienses que vas a acabar diciendo una barbaridad así que dejas la conversación para otro momento.

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Relativizar la importancia de lo que se discute: Se trata de hacer ver que a veces es más importante no entrar en discusión y comprender que ésta no lleva a ningún lado. Por ejemplo, interrumpir una discusión con algún comentario del tipo “Quizás esta discusión no tiene tanta importancia como le estamos dando”. A veces es preferible cortar una discusión antes de que se digan cosas de las que luego nos podemos arrepentir. Si crees que el tema inicial ha originado una pelea mayor, esta técnica es muy útil. Muchas veces empezamos hablando de una cosa y acabamos discutiendo por otra muy distinta. Esto pasa cuando al final empezamos a sacar trapos sucios. Es difícil de conseguir pero a veces es necesario intentar ver la situación como un observador y darnos cuenta de que se nos ha ido de las manos.
Técnica de ignorar: No se le sigue la discusión al otro pero a través del lenguaje verbal y no verbal se le trasmite que no es una desconsideración el ignorar el tema de discusión. Se trata de hacer entender a la persona que está un poco acalorado y que quizás no es el mejor momento para discutir. Hay que ser muy cuidadoso con cómo se le manda el mensaje al otro, porque puede producir el efecto contrario y la persona puede alterarse incluso más si le decimos que está muy nervioso.
Técnica de diferenciar un comportamiento de un modo de ser: Se le hace ver al otro que aunque incluso uno pueda haber cometido un error, eso no implica que es una mala persona. Por ejemplo, “Aunque hoy haya llegado tarde, eso no quiere decir que sea impuntual”. Que en una ocasión determinada hayas podido hacer algo mal, no significa que seas mala persona o que siempre tengas que ser así. Esto es muy útil cuando el otro generaliza un comportamiento nuestro concreto.
Técnica de la pregunta asertiva: Se parte de la idea de que la crítica del otro es bienintencionada (aunque no lo sea). Se le hace una pregunta para que nos clarifique lo que hemos hecho mal y cómo podemos hacerlo bien. Por ejemplo, “¿Cómo quieres que cambie para que esto no vuelva a ocurrir, qué puedo hacer para mejorar?”. Intenta no pensar mal de lo que los otros te digan, muchas veces las críticas nos las hacen desde el cariño (aunque cueste verlo). Si estás de acuerdo con la crítica que te han hecho, pregunta cómo puedes mejorar. Si por el contrario no estás de acuerdo, pregunta por qué opinan eso de ti.

Si quieres saber más sobre la asertividad y cómo mejorarla, puedes consultar los libros de Olga Castanyer: Aplicaciones de la asertividad o La asertividad: expresión de una sana autoestima.